Essaouira, una ciudad para enamorarse en la excitante costa de Marruecos
Abrazada por el mar y acariciada por el viento, la que un día fue motor económico del país africano es hoy un bucólico destino donde perderse y retroceder en el tiempo
Essaouira
Miércoles, 12 de julio 2023, 13:10
A medida que uno se acerca a Essaouira, el sofocante calor va reculando de manera progresiva, como una ceremonia del adiós que se constata con la llegada a la enorme playa y al ajetreado puerto, donde toma el relevo una fresca y placentera brisa que recibe al visitante como un generoso gesto de bienvenida. La diferencia de temperatura en comparación con otros puntos no muy lejanos ya es un síntoma de la singularidad de esta hermosa ciudad, de glorioso pasado y de un ilusionante presente.
En Essaouira se respira arte y cultura, se siente un trepidante ritmo y se percibe, como así queda patente, que estamos ante una ciudad abierta, tolerante y que recibe al que allí acude con una sincera sonrisa. Todo pasa por el puerto, construido en 1770 y que hace a su vez de mercado al aire libre y de peculiar restaurante marino. De las redes a la mesa en los numerosos puestos que allí habitan, el pescado fresco puede cogerlo directamente desde el barco y llevarlo a alguna parrilla cercana para que lo preparen al gusto. Las sardinas como gran emblema, lenguados, cangrejos, morenas, atunes o marisco a precio popular.
Arriba, y siempre observando el andar de los presentes, las gaviotas olfatean y vigilan desde el cielo al ritmo que les marca el viento, pues como sabiamente señaló nuestro guía Hassan, «ellas también son dueñas de la ciudad, junto a los gatos. Forman parte de la historia y construcción de Essaouira». En el puerto es obligatorio adentrarse en el monumento Sqala, una fortificación construida en 1764 y que también conforma el Patrimonio Mundial de la Humanidad Declarado por la Unesco en 2001. Allí, además de tener unas privilegiadas vistas de la Medina y la playa, veremos un conjunto de cañones, muchos de ellos españoles del siglo XVI, que sirvieron para defender la ciudad de los ataques desde el mar.
La Medina
Dejando atrás el puerto, si es que esto es posible, nos dirigimos a la imponente muralla que da paso a la Medina, de mil callejones y ventanas escondidas. La muralla, que data del siglo XVIII y originalmente incluía seis puertas monumentales, es la encargada de proteger un espacio por donde han pasado y convivido de manera pacífica bereberes, musulmanes, judíos y cristianos, «un mosaico étnico» como señaló Hassan en el interior de Bayt Dakira, la Casa de la Memoria y la Historia, una brillante muestra de la hermandad existente entre musulmanes y judíos en Essaouira, intacta incluso en las etapas más oscuras y difíciles de la historia. Una buena oportunidad para ver la preciosa sinagoga construida en su interior.
Es fundamental callejear por el Mellah, el barrio judío de la ciudad, y adaptarse al ritmo que impone la pacífica rutina. Claro que también, y esto es más obvio, la Medina es un enorme mercado donde deleitarse en los diferentes espacios habilitados para la venta. Puestos de pescado fresco, de especias, de arte, de productos de artesanía o las numerosas terrazas con encanto para reposar y refrescarse. Se nota aún en el ambiente el paso que dejó el movimiento hippie, llevando hasta sus calles a personalidades como Jimi Hendrix, amante confeso de Essaouira. Como también lo fue Leonard Cohen, que pasaba temporadas allí, o el célebre Orson Welles, cuya primera visita por casualidad a esta ciudad lo cautivó de por vida.
Una ciudad que lo tiene todo
Es también, la hermosa Essaouira, un atractivo plató de cine donde se han rodado numerosas películas internacionales o, por ejemplo, varias escenas de la mediática Juego de Tronos. Los festivales de música forman parte de la identidad y la estrategia turística de este enclave, atrayendo así a numerosos visitantes, tanto internacionales como turismo interior. Y lo mismo ocurre con su oferta de deportes acuáticos, con olas únicas y un viento que ayuda. Estamos, por tanto, ante un destino total que lo ofrece todo sin pedir nada a cambio.
La oferta hotelera, desde el lujo del Sofitel Essaouira Mogador, con villas privadas en pleno campo de golf y piscinas de ensueño, hasta la elegancia de los riad en el interior de la Medina, donde destaca el Heure Bleue Palais, con unas lujosas instalaciones y una gastronomía muy solvente, o el Hotel Riad Al Madina, de precioso patio y originales habitaciones. En la zona de la playa, con vistas al mar, una buena opción es el Atlas Essaouira Spa, y a pocos metros de allí, otro riad familiar, el Zahra, gestionado por una familia española y que ofrece unas instalaciones tradicionales, con la gran piscina en la terraza y una gastronomía deliciosa.
Una experiencia, en definitiva, que tenemos más cerca que nunca gracias a la aerolínea Binter, que conecta directamente Canarias con Essaouira en un confortable vuelo que pretende seguir dándonos a conocer las magníficas cualidades turísticas de Marruecos, un país sorprendente.